Importancia de la vegetación nativa de nuestras costas.
Juan Carlos Palacios
Parte de la Costanera Sur de nuestra ciudad, hoy exhibe un
frondoso bosque nativo que cubre y protege la frágil barranca del cauce del río
Uruguay. La importancia de la presencia de esta vegetación ribereña, merece ser
conocida por todos y cada uno de los habitantes de nuestra ciudad y su
preservación, un objetivo irrenunciable de la comunidad y sus autoridades.
Este
bosque, en distintas épocas ha sido devastado por la mano del hombre. En el
Salto del siglo XIX y comienzos de XX, lo habrá sido para la satisfacer las
necesidades energéticas de los hogares de la incipiente ciudad, así como para
la obtención de maderas apropiadas para ciertos usos de entonces.
La
disponibilidad de otras fuentes energéticas, la entrada en vigencia de algunas
normativas legales y la creciente conciencia ambientalista asumida por parte de
la población, hicieron que al cabo de algunas cuantas décadas, la presión sobre
este bosque en gran medida disminuyera, permitiendo que en algunos tramos, como
el situado aguas abajo del Club de Pesca, iniciara un franco proceso de auto
recuperación.
Sin
embargo, la cercanía a la planta urbana, ha hecho creer a algunas
administraciones municipales, que ellas pueden disponer de este bosque y
decidir sobre su suerte. En base a ese supuesto, nuestra Intendencia Municipal
ha intervenido en distintos momentos quitando importante parte de la
vegetación. Tal vez creyendo que se mejoraban las condiciones de algunos lugares
en los que la población frecuentaba, se intervino despojando el área de
vegetación y colocando churrasqueras, bancos y mesas de hormigón, como lo
sucedido aguas debajo de La Vasca. Allí, al cabo de pocos años, la experiencia
ha demostrado que el resultado no pudo haber sido peor. De aquel hermoso bosque
en galería con abundante sombra antes existente, hoy apenas sobreviven unos
pocos y débiles árboles nativos que muestran en su mayoría, la base de sus
troncos quemados. La facilidad creada para el acceso al lugar, fue determinante
para que algunos usuarios desarrollaran una constante depredación que en base
al encendido de fogones, uso de hachas y motosierras, fue acabando con lo más
preciado de dicho sitio; la presencia de
los árboles nativos. Como resultado de ello, se desató un severo proceso de
erosión de costas al cual basta dar una mirada para comprobar su gravedad.
En
otros casos los voceros municipales han considerado que la vegetación nativa o
parte de ella es “mugre”, que hay que limpiarla, por lo cual han ordenado la
concurrencia de cuadrillas municipales que con machetes y motosierras han
destrozado la flora y los ambientes de su interior, deteniendo el complejo
proceso de evolución ecológica que una y otra vez se reinicia e intenta
recomponer el bosque que una vez allí existió.
Sobre
ecosistemas y los procesos de evolución que en ellos ocurren, la población no
está muy informada, algunos profesionales universitarios tampoco, mucho menos
los obreros municipales que simplemente cumplen las órdenes de quien
supuestamente sabe lo que hace.
Este
bosque ribereño, es también llamado bosque en galería, selva fluvial, etc.
Presenta en su composición características notables, como la de estar integrado
por especies de árboles y vistosas enredaderas que provienen de la selva
misionera del Alto Uruguay. Sus propágulos fueron transportadas por el río
Uruguay desde esas zonas subtropicales y depositados en nuestras costas en
donde encontraron condiciones de ambientales, (fundamentalmente temperatura y
humedad) propicias para su desarrollo. Hacia el sur, estas condiciones van
cambiando hasta desaparecer, haciendo imposible la sobrevivencia de estas
especies.
Antes
de la construcción de la Represa de Salto Grande, las costas e islas del río,
en el tramo situado entre la obra y Bella Unión presentaba similar formación
vegetal, pero la realización de esta
obra y el llenado de su lago, terminaron con su existencia.
Ese
es el motivo por el cual nuestras costas son parte del pequeño trayecto y único
lugar en todo el territorio uruguayo en el que pueden encontrarse esas valiosas
especies. Esta ya constituye por si misma, una muy importante razón para
proteger la preciada formación vegetal que frente a nuestra ciudad exhiben
nuestras costas. Su presencia le otorga a Salto un aspecto que la distingue. La
importancia de este bosque con sus árboles y enredaderas es tal, que la misma
debiera ser considerada y declarada área de preservación permanente como es la
tendencia ambientalista de las ciudades que se precian de proteger su medio
ambiente.